Resulta increíble lo bien que se
puede dormir en el barco. Según amanece la selva lo hacemos nosotros también.
La alimentación de los orangutanes en el segundo campamento se hace a las nueve
de la mañana. Así que un poco antes nos ponemos en marcha por el sendero. Como
ya sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, estábamos más preparados que el día
anterior, nos pudimos abstraer un poco más y disfrutar sin problemas. Al final
apareció el macho dominante.
Seguimos navegando río arriba en busca de la tercera y última estación, donde la alimentación es a las dos. Tienen los tiempos perfectamente estudiados. Sin duda esta fue la que más disfrutamos. Los animales estaban más activos que en los otros dos sitios, y vimos más ejemplares. Estuvimos hasta dos horas, y nos dio pena de no seguir más, sabiendo que es una actividad que muy probablemente no vayamos a repetir.
Solamente nos quedaba poner rumbo al origen y emprender el regreso. Por el
camino seguimos viendo monos narigudos. Y cuando se hizo de noche en algunas
palmeras pudimos ver las luciérnagas. Seguimos navegando hasta bien entrada la
noche, lo que no es difícil porque anochece sobre las seis y media. Así
acortamos el trayecto para el día siguiente. Tras otra rica cena, a dormir en
este hotel de tantas estrellas.
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