El
inicio no fue el que estábamos esperando. Dos días antes de nuestra salida
había habido un accidente de Emirates en Dubai, con quien nosotros volábamos.
El aeropuerto operaba a medio gas y tenía continuas cancelaciones y retrasos.
Confiaba en que no nos afectara a nosotros en gran medida, pero no fue así. Al
llegar a la puerta de embarque nos informaron de que el vuelo estaba retrasado
media hora. Bueno, media hora no es para tanto. A la media hora nos lo
retrasaron otra media. Luego otra media, y luego hora y media. Al final el
personal de tierra nos dirigió a una cafetería a tomar un sándwich y una
bebida. Por fin, tras más de cinco horas de retraso, el vuelo despegó. Teníamos
tres horas para hacer escala en Dubai y lógicamente, y después de la
experiencia del año anterior, habíamos perdido toda esperanza de poder llegar a
tiempo. Afortunadamente volábamos en un moderno Airbus A380, que por el módico
precio de 1$ ofrece conexión a internet. A medida que nos acercábamos a destino
pude comprobar que el vuelo de enlace también estaba retrasado y llegaríamos a
tiempo. Así fue. El personal de tierra de Emirates nos esperaba a pie de
escalerilla, y nos llevó prácticamente de la mano de un avión a otro, no
tardando más de tres cuartos de hora desde que aterrizamos hasta que volvimos a
despegar. Solventado ya el primer problema, teníamos claro que aunque nosotros
habíamos llegado a tiempo, era imposible que nuestras maletas volasen con
nosotros. Las prioridades iban cambiando. Ahora la siguiente preocupación era
llegar al tercer vuelo. Volábamos esa misma tarde (ya la tarde del sábado 6 de
agosto) a las tres de Yangon a Heho, para comenzar nuestro recorrido directamente en el Lago Inle, sin
pasar por Yangon. El vuelo aterrizó a las dos, y aunque pasamos rápidamente el
control de visado (por cierto, la visa on line funciona genial) y el de
aduanas, como nos tuvimos que quedar hasta el final para comprobar que nuestro
equipaje no había llegado y presentar la correspondiente reclamación, no
llegamos a tiempo. Nos pasamos por la terminal de vuelos domésticos para
comprobar que no teníamos más posibilidades de volar esta misma tarde ni al día
siguiente a primera hora, ya que habíamos quedado a las ocho de la mañana con
nuestro barquero para empezar el recorrido en el lago. Lo bueno que tiene ir
con el viaje organizado es que pierdes menos tiempo en buscar hoteles, reservar
excursiones… lo malo es que pierdes cualquier flexibilidad. Si no estábamos al
día siguiente en Nyaung Shwe nos tocaba, o bien perder un día del lago o bien
descabalgar toda la planificación, anular reservas, guías…
Como
uno es bastante previsor, y teniendo en mente esta circunstancia, por si acaso
habíamos comprado a través de Oway también un billete de autobús nocturno, así
que tras descartar todas las posibilidades en avión nos cogimos un taxi comunal
hasta la estación de autobuses. Aquello es como otra ciudad independiente,
enorme, con distintas calles según los destinos y compañías. Aprovechamos para
coger alguna provisión para pasar las once horas de trayecto que nos esperaban
desde las seis de la tarde hasta la hora prevista de las cinco de la mañana. Es
cierto que en el autobús hacía bastante fresco, pero no resultó desagradable.
Para mí fue suficiente taparme con la manta que proporcionan. Como a las nueve
hicimos una breve parada para cenar en una especie de área de servicio, donde
nos tomamos nuestra primera cerveza Myanmar.
Luego hicimos un par de paradas más para que la gente estirara las piernas (por decirlo finamente) y a las cinco en punto, tres minutos después de que un par de mozalbetes entraran en el autobús a vender las entradas para el lago, llegamos por fin a Nyaung Shwe. Llegamos muertecitos del to, así que cogimos un mototaxi para que nos acercara lo más rápido posible a nuestro alojamiento, Zawgi Inn.
Luego hicimos un par de paradas más para que la gente estirara las piernas (por decirlo finamente) y a las cinco en punto, tres minutos después de que un par de mozalbetes entraran en el autobús a vender las entradas para el lago, llegamos por fin a Nyaung Shwe. Llegamos muertecitos del to, así que cogimos un mototaxi para que nos acercara lo más rápido posible a nuestro alojamiento, Zawgi Inn.
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