Otra vez nos tocaba día de
transición, así que nos fuimos a la estación de buses a coger el que nos
llevaría a Sukhothai. Compramos algún aperitivo en las tiendas de la estación,
aunque había alguna que todavía estaba cerrada, y luego a aguantar las cinco
horas de trayecto hasta Sukhothai, en la parte nueva. Una vez llegas allí te
encuentras vendido y tienes que pasar por el aro de pagar lo que quiera el tuk
tuk de turno para hacer los doce km. que nos separan de Old Sukhothai.
Al llegar al alojamiento lo
primero que hicimos fue gestionar el traslado al aeropuerto del día siguiente,
y también, aunque había leído que el método que se suele usar para visitar el
recinto arqueológico es la bicicleta, nosotros optamos por coger una moto, cuyo
alquiler también nos gestionó el hotel.
Como ya eran unas horas
intempestivas para comer, nos pasamos por un 7 eleven que había cerca para
coger un par de hamburguesas básicas e ir tirando. Luego intentamos relajarnos
en la piscina del hotel, compartida con otro establecimiento, pero la presencia
de varios niños jugando hiperactivamente dando voces, hizo que desistiéramos
del empeño y nos volviéramos a la habitación.
Para cenar fuimos a un sitio que
nos habían recomendado en el hotel, bastante cerca, y que estaba lleno de gatos,
el Lom&fon kitchen. Cenamos fenomenal.
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