He de decir que hasta el momento, Persépolis es lo
que más me ha gustado del viaje, y que sin duda, esto solo ya lo justifica.
Como todos los días salimos a las nueve. Tras algo menos de una hora de viaje
llegamos allí (entrada 150.000). Fue fundada por Darío I, y utilizada
posteriormente por Jerjes y Artajerjes, aunque como homenaje a sus
predecesores, las coronaciones de los reyes persas se seguían haciendo en
Pasargada. Lo primero que vemos nada más llegar es la puerta de las naciones,
el símbolo de Persépolis, quizás su imagen más famosa, y la que aparece en
todos los billetes de entrada a los distintos monumentos.
Azi nos va explicando las distintas simbologías de
los bajo relieves del palacio Apadana, la sala de audiencias, las
características de los vestidos de los persas, de los medos, la lucha entre el
león y el toro, a los que se les atribuye un significado cosmológico, de la
lucha del primer mes del año contra el último, para simbolizar que el tiempo
pasa. También las ofrendas de cada una de las 23 satrapías que en aquella época
formaban el imperio persa. No hay demasiada gente y podemos disfrutar de las
explicaciones y del recorrido.
Nos llama la atención también una puerta en la que
las figuras talladas a ambos lados son las mismas, pero simétricas. Luego yo me
subo a una tumba que hay en la parte superior, para obtener una vista en
perspectiva de todo el complejo.
Finalmente salimos del recinto cerca de la una de la
tarde, después de tres horas allí. El siguiente destino es Naqsh-e-Rostam
(entrada 100.000). Se tarda en llegar unos cinco minutos. En este lugar están
las tumbas de Jerjes, Darío I, Artajerjes y otro Darío. Las tumbas están
excavadas en la roca, tipo Petra. También hay alto relieves de la dinastía
sasánida, del siglo III d.C., que se querían aprovechar del lugar para decir,
eh, que nosotros descendemos de estos… Y otro edificio que lo llaman la Qbla de
Zoroastro. Estas tumbas, al estar más expuestas a la intemperie, se encuentran
bastante deterioradas. Aún así, bajo mi punto de vista, merecen la pena.
La última visita de la mañana está, por decir así, cruzando la carretera, es Naqsh-e-Rajab (entrada 50.000). Se trata de otros altorelieves sasánidas, con escenas de coronaciones del rey por AhuraMazda, el dios del zoroastrismo, al que todos rinden culto. Es un poco flojo, porque está bastante deteriorado, pero ya que estamos allí, hay que aprovechar para verlo.
A continuación solo nos queda ir a comer, muy cerquita de allí, un sitio con un buen buffet y nada caro. Total, que a las tres y media estamos de vuelta en el hotel, para descansar un rato, echarnos una siestecita, y coger fuerzas para la tarde. A las seis y media volvemos a salir otra vez. Azi nos lleva a la tumba del poeta Hafez, muy famoso y querido en Shiraz, una persona que hablaba siempre del amor, desde un punto de vista espiritual, un sufí, y cuya tumba es un lugar de encuentro. Hay un montón de gente y de ambiente. Azi nos comenta que los jóvenes enamorados se acercan a la tumba a leer los versos de este hombre, para interpretarlos. Me gustó el sitio, sobre todo porque es viernes por la noche y ya digo que hay mucho ambiente.
Luego nos llevan de paseo en el coche a la zona más
moderna, donde vemos tiendas de Massimo Duti, Benettón, por supuesto Zara, Tag
Heuer, Adidas… como cualquier ciudad grande. En esta zona acabamos cenando en
un restaurante de fast food. Así llaman ellos a las pizzerías, pero hay que
decir que las pizzas de aquí son mucho más jugosas, con casi tres pisos de
relleno. Ya hemos terminado otro día, así que a descansar al hotel, que mañana
toca patear Shiraz.
Me parece estupendo este diario de un viaje único
ResponderEliminarGracias