Este día no tuvo mucho
misterio. Después de desayunar nos llevaron en moto hasta la plaza donde salía
el bus. Este bus no estaba mal. Tras unas tres horas de trayecto nos montaron
en un ferry (bus incluido) para llegar hasta la isla. Cruzar nos llevaría otra
media hora. Aprovechamos para salir del bus y dar un paseo por el ferry,
disfrutando de la navegación. Todavía nos quedaba otra media hora dentro de la
isla hasta llegar a destino.
El bus empezó a hacer
distintas paradas dejando a la gente en sus hoteles. En el nuestro la chica de
recepción no fue especialmente agradable, y siendo la primera (y única) vez que
nos pasaba, nos llamó la atención. Estaba más interesada en colocarnos el crucero
que en darnos la habitación y resolver nuestras dudas.
Aquí ya se notaba el
bochorno del mar, después de varios días en el interior, y encima en las
montañas en Phong Nha. Sin mucho más que hacer, y con el calor que hacía, nos
dedicamos a remolonear toda la tarde. Nos acercamos a una joyería a cambiar
algo de dinero, y a última hora, cuando el sol ya se escondía, dimos una vuelta
por el paseo marítimo, después de ir a la agencia de viajes con la que íbamos a
hacer el crucero a pagar el resto de la reserva. Solo nos quedaba cenar.
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