Y así, sin prácticamente haberme dado casi ni cuenta, hemos llegado al
fin del buceo. Es por eso que a pesar de haber descansado bastante bien, hoy
estaba un poco tristoncillo, porque me ha gustado bastante más de lo que
esperaba, y algo para mí importante, he quedado muy contento con las fotos. La
primera inmersión la hacemos en la cercana isla de Taketomi. Es una inmersión
curiosa, más que bonita, ya que es un onsen natural, un manantial de agua
caliente que intentó ser explotado pero lo dejaron a medias. Así que se ven las
tuberías cortadas. El agua sale realmente caliente, y estamos un rato tan a
gustito. La visibilidad no es muy allá, pero vemos alguna cosa interesante.
Para la segunda inmersión nos vamos acercando a la isla de Iriomote.
No está mal, pero no puedo evitar pensar en el cercano final. No obstante voy a
sacar una de las mejores fotos del viaje.
Hoy para comer toca udón, los fideos cuadrados, deliciosos, como todas
las comidas de estos días.
Y ya en lo que llegamos a Idiomote se nos hace la
hora de la última inmersión. Es bastante completa. Entramos en una caverna con
un juego de luces bonito, vemos un nemo, el coral y la visibilidad está
bastante bien. Hay también varios gobios de fuego y dardo de aleta negra.
Ya llega la hora de recoger. Los del centro de buceo me hacen el favor
de quedarse ellos con el equipo escurriendo en su local, para que mañana lo
tenga más o menos seco, por la falta de sitio que tengo yo en el hotel. Así que
nos acercamos allí a pagar y a endulzar. Mientras estoy sellando el libro de
inmersiones la chica japonesa con la que he coincidido ayer y hoy se acerca a
mirar el número de inmersiones que llevo, y al ver que con la última he
llegado a las 300 lo comenta, y
rápidamente me preparan un cartel de celebración.
Después de esta simpática despedida me acercan al hotel, donde toca la
rutina de siempre. La tristeza durará poco ya que mañana me junto con la panda…
Has gozao con las fotos y la carcasa nueva, eh??
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