Bueno, pues ni tan mal. Consigo dormir siete horas seguidas, y me
despierto a las cinco. Hago tiempo hasta las siete para levantarme y desayunar.
Había comprado manzana en almíbar, por eso de comer algo de fruta. Resultó ser gelatina.
Bueno, por lo menos, ahora que sé leer katakana compro pan con chocolate, no
pasta de judías… Mientras desayuno hay unos japoneses muy simpáticos que no
paran de darme conversación, tanto que casi llego tarde. A las ocho y cuarto,
perfectamente puntual se presenta Keiko, que va a ser mi guía. Me lleva al
barco y me presenta a Tomo, el capitán, y a Satako, su ayudante. Resulta que
hoy soy el único cliente, así que todo el barco para mí.
El primer punto de inmersión es Nagura Bay, donde llegamos casi sin
darme cuenta. Pero una cosa es que haya dormido siete horas y otra que el jet
lag no me afecte. Es la explicación que encuentro al frío que pasé, que con el
traje que llevo y el agua a 22º no tendría que haber estado tiritando. La
inmersión bastante bien, pero sin llegar a disfrutarla por el frío.
Hoy tenemos la suerte de que el viento sopla del sur, cosa que no
sucede todos los días, así que nos vamos hacia el norte, al manta point. Sin
haber pasado apenas tiempo en superficie, unos 40 minutos, y ya temblando
pensando en el frío, al agua otra vez. No podemos esperar más ya que las mantas
están en el sitio y hay que aprovechar. Efectivamente, ahí está, solamente una.
Comparado con Bali, que había unas veinte, esto se queda un poco corto. En parte
se compensa por las estrictas reglas que hay que seguir, que te obligan a estar
quieto en el fondo. Esto hace que estés totalmente pendiente del bicho, y además
haciendo fotos no te das cuenta ni del frío ni del tiempo que pasa. Hasta
cierto punto.
Cuando subimos a bordo comemos. No importa que sean las 12. Me ponen
un cuenco de sopa y un guiso de arroz con pollo que está riquísimo. Ahora sí
que estamos un buen rato en superficie, y además me dan un abrigo que me hace
entrar en calor. Me da pereza tener que quitármelo para la última inmersión,
que curiosamente es en la que menos frío pasé, a pesar de que en la tercera
siempre estás destemplado del calor que has ido perdiendo, y siendo además
después de comer. Como es en la más a gusto estuve también fue en la que más
disfruté, y conseguí sacar una foto a un goby de fuego que siempre se me había
resistido. Lo que sí hemos visto, y siento decirlo, son varias serpientes.
A las tres de la tarde estoy de vuelta en el hotel. Ya me avisan que
mañana para las dos primeras inmersiones estaré solo, y que para la tercera
volveremos a puerto a recoger a gente que llega en el avión. También cambiará
el viento a soplar del norte, así que iremos al sur. Me echo media hora de
siesta, pongo la alarma pero no la oigo, así que se convierte en hora y media.
Entre el nitrógeno y el jet lag… veremos la noche… Salgo a comprar algo para
merendar, cenar y desayunar y aprovecho para escribir el blog y ver las fotos.
El día no da mucho más de sí, así que tras leer un rato ceno y a dormir.
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