Por la mañana salimos a recorrer Kerman. Primero
vemos la mezquita jamé (no sé si se escribe así). Es la mezquita principal de
cada ciudad. En ella nuestra guía nos va explicando que se puede saber de qué
época es por los colores predominantes, por ejemplo, el color beige lo
introdujeron los timúridas en el s. XV. También nos explica las diferencias
entre mosaico y cerámica.
Después recorremos el bazar, buscando el hammam tradicional. Pasamos por la puerta el día anterior, pero Azi nos dijo que lo veríamos al día siguiente. Bueno, pues hoy estaba cerrado, ante el cabreo de nuestra guía. Dice que hay veces, de repente, que sin más ni más sin dar ninguna explicación ponen un cartel y lo cierran. Y es verdad, había un cartel escrito a mano, colgado de un cordel de mala manera.
Así que sobre las once de
la mañana nos pusimos en marcha camino de Yazd. Son unos 360 km, pero tardamos
en recorrerlos cerca de siete horas. Para que no se nos hiciera tan pesado el
viaje, a mitad de camino paramos en un pueblo llamado Maymand, con un montón de
casas excavadas en las rocas, donde la gente vive como los antiguos pobladores,
tipo Capadocia. A este pueblo llegamos sobre la una. Mientras recorrimos el
pueblo nuestro conductor nos preparó un estupendo café que acompañado de los
dulces típicos de Kerman, no estaban esperando a la vuelta.
Después recorremos el bazar, buscando el hammam tradicional. Pasamos por la puerta el día anterior, pero Azi nos dijo que lo veríamos al día siguiente. Bueno, pues hoy estaba cerrado, ante el cabreo de nuestra guía. Dice que hay veces, de repente, que sin más ni más sin dar ninguna explicación ponen un cartel y lo cierran. Y es verdad, había un cartel escrito a mano, colgado de un cordel de mala manera.
Nos pusimos otra vez en marcha. La siguiente parada ya la hicimos para comer, sobre las
cuatro de la tarde, muy tarde para lo que se estila por aquí. Paramos en un bar
de carretera que tenía no demasiada buena pinta, pero que al final la comida
estaba estupenda. Yo comí pinchos de carne picada con arroz y mi madre un pollo
guisado que le gustó.
Finalmente llegamos a Yazd sobre las seis y media de
la tarde. El alojamiento, el hotel Garden Moshir, un antiguo palacete
restaurado, con un estupendo jardín. Nos tumbamos en la habitación a descansar
de la paliza del coche, y como no teníamos ganas de salir a ningún lado cenamos
en el mismo hotel, aunque la cena no fue nada del otro mundo.
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