Otra vez en marcha. Para variar, sin dormir. Salimos
a las 12 de la noche de Madrid, y tras cuatro horas de vuelo llegamos a
Estambul, donde nos espera una escala de cinco horas, que aprovechamos
tirándonos donde podemos para echar una cabezada. Hasta que nos echan dando
voces, porque estábamos en una sala de espera que iban a utilizar. Nos tomamos
un vaso de leche y un café por seis euros, y a buscar otro sitio para otra
cabezada. Luego, para el vuelo a Teherán, nos llevan en un autobús al avión,
pero está tan lejos que ya empezamos a dudar de si iríamos volando o en
carretera. Cuando parecía que se acababa el aeropuerto, siguen otro rato más, y
allí ya por fin estaba nuestro avión. El vuelo dura algo más de dos horas y
media, muy tranquilo. Era un avión un poco más antiguo. Por un lado peor, ya
que no teníamos la pantallita individual para ver lo que quieras, pero por otro
lado mejor, ya que debía estar hecho cuando no pensaban tanto en aprovechar los
asientos, y el espacio que queda con el de delante es bastante mejor que en
aviones más modernos.
Ya en Teherán pasamos los trámites de aduana
bastante rápido, a pesar de que a mi madre no le encuentran en la lista del
ordenador y tienen que meter sus datos a mano. Salimos los últimos de todo el
avión, pero aún así no tardamos más de un cuarto de hora. Las maletas ya
estaban saliendo y en seguida llegan las nuestras. Cuando salimos nos está
esperando la que va a ser nuestro guía estas dos semanas, Azi, diminutivo de
Azadeh, que significa la que es libre. Cogemos un taxi para ir al otro
aeropuerto de Teherán, desde donde salen los vuelos internos, ya que todavía no
hemos terminado con el avión. En el coche nos explica que su nombre en este
país la ha ocasionado problemas en algunas ocasiones. Parece muy maja y nos
empieza a contar cosas del país.
Por fin llegamos a Kerman, nuestro destino final,
tras hora y diez de vuelo. Estamos apalizados de tanto vuelo y sin dormir. Nos
vamos al hotel directamente con Puriá,
que será nuestro chofer en el viaje. Como hemos tomado la cena en el avión, ni
eso necesitamos. Azi nos da su número de teléfono, por si necesitamos algo, ya
que ella se aloja en otro hotel. Las comparaciones con el guía de Uzbekistán
van a ser inevitables a lo largo de todo el viaje, y de momento esta chica gana
por goleada.
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