A las seis arriba, que había quedado en el centro de
buceo a las 6:30. Escasamente desayunado, comiendo una tortilla que abrasaba,
salí para allí. Al llegar no había nadie. Espero y al rato aparece una chica
que me dice que se les ha estropeado o carro y que tardan un rato, y que si no
me ha dicho que a las siete, que qué hago tan pronto. Y yo le digo que no, que
a las seis y media, y me dice que qué raro… Total, a las siete llega el dueño y
me dice que hoy no bucea, que estoy solo porque el resto de la gente ha
cancelado y que no bucea, y que me va a llevar a otro centro para que vaya con
ellos. Primera falta de seriedad, citarme media hora antes, y segunda, no
avisarme de que no buceaba.
Total, que me llevan a otro sitio donde me tratan
fenomenal, y eso que saben que no iba a ir con ellos, sino con la competencia.
Hacemos dos inmersiones, la primera bastante chula, y la segunda, más. Los
métodos para meter y sacar el barco del agua son, cuando menos, peculiares.
Para meter el barco dan marcha atrás con el remolque, hasta que este está en el
agua. En este momento aceleran a toda leche para delante, y por la inercia el
barco cae… Para sacarlo es mucho mejor. Según se van acercando a la orilla, dan
velocidad para embarrancar lo más dentro de la arena que pueden. La frenada es
un poco brusca…
El mar está un poco picado. En Santander, con el mar
así, no sacan el barco. Así que botes y más botes, que despacio no van. Medio
barco vomitando… Pero las inmersiones merecen la pena. La primera, a media hora
de navegación, un arrecife muy chulo.
La segunda, igualmente en arrecife, pero a solo
cinco minutos. Y entre una y otra, hora y media en tierra, que aprovecho para acercarme al hotel, a ver si veía a Adela.
Después del buceo, a comer, bastante tarde para lo
que se estila aquí, a las tres y media, en un puesto callejero, un bunny chow,
un guiso de pollo, zanahoria y cebolla, abundante y bueno. Y la primera 2M, a
nossa cerveja…
Para bajar la comida un paseíto por el pueblo, y me paso por
donde el pollo del centro de buceo para decirle que como me había parecido poco
serio y los otros me habían tratado tan bien, al día siguiente me iba con
ellos. El tío se disculpa y ya está. El resto de la tarde aprovecho para
escribir este maravilloso blog, y mirar internet, que después de una semana ya
tenía mono…
Luego salimos a cenar por la noche, una rica ensalada
de tomate y queso, y unas croquetas de peixe, regado por unas buenas cervejas
del lugar.
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