A Kamakura de excursión. Para
ello nos acercamos a Shinjuku, a tomar un tren de la línea Odakyu, que nos dejó
en Enoshima. Era la forma más económica y que nos permitía ver más cosas.
Bueno, no nos dejó en Enoshima mismo, que es una isla, sino en Katase-Enoshima,
pero para llegar a la isla solamente tuvimos que cruzar un puente (que por
cierto, estaba en obras). La isla es pequeñita. Más bien islote o peñasco. Eso
sí, está llena de árboles y templitos. Es picuda, o sea, que te toca
subir-subir y luego bajar-bajar. Estuvimos visitando algún templo, viendo cómo
arreglaban los jardines. Hacía muy agradable y disfrutamos de las vistas desde
arriba.
Después de volver a cruzar el
puente en la otra dirección (iba a decir hacia el continente, pero como
realmente es otra isla…) anduvimos un ratillo por el pueblo hasta la estación
de la línea Enoden, un trenecito de dos o tres vagones de madera, antiguo, muy
coqueto (que iba petado hasta arriba) y que bordeando la costa te lleva hasta
Kamakura. Allí nuestra primera parada fue el templo de Hasedera, uno de mis
favoritos de todo Japón. El día seguía acompañando. Realmente era el primer día
que nos hacía bueno desde que llegamos, y lo estábamos disfrutando.
Había planificado ver un
montón de cosas y de templos en Kamakura, pero como siempre se nos estaba
echando el tiempo encima, así que decidimos tomárnoslo con calma, disfrutar lo
que realmente viéramos y dejar el resto para la siguiente vez que volviéramos
(que volveremos). Así que nos tomamos el Hasedera con toda la calma del mundo.
Del Daibutsu pasamos, que ya estaba visto y bueno, pues como que no nos
motivaba. Volvimos a la estación de la línea Enoden, y mientras esperábamos
estuvimos comprando en un todo a yen que había allí mismo. Luego fuimos hasta
Kamakura propiamente dicho (estación central) para acercarnos a ver el
santuario a Hachimangu. Hachiman es el dios de la guerra. El camino hasta el
santuario se hace por un paseo bajo cerezos, que estaba espectacular, todo
llenos de flores, con los pétalos cayendo como en los dibujos animados… (tempus
fugit). Cuando llegamos al santuario estuvimos dando una vuelta por el parque
que hay a sus pies.
Luego volvimos ya con una cierta rapidez por una calle
paralela al paseo de los cerezos, llena de tiendecitas, para acabar comiendo,
igual que la última vez que estuve con Adela, en el McDonalds frente a la
estación.
Y rápido rápido a coger la
línea Enoden de vuelta a Enoshima, de allí la línea Odakyu de vuelta a
Shinjuku, de allí la Yamanote para dejar a Adela en Ueno, luego la Joban hasta
Kashiwa y finalmente la línea Tobu hasta Atago. Total, más de tres horas de
viaje para llegar el entrenamiento. Que en esta ocasión era especial y me hacía
mucha ilusión porque había quedado con Kaskos. Estaba ya allí esperando.
Después de todas las prisas llegué un poco pillado. El entrenamiento genial,
para variar.
Adela, que es una valiente,
mientras, había estado paseando otra vez por Asakusa. No le importó perderse
una vez. Simplemente buscó nuevas referencias y se apañó perfectamente. Y allí
estuvo haciendo compritas, por Asakusa y Ameyoko.
Kaskos y yo, después del
entrenamiento, volvimos también a Ameyoko, a encontrar algún sitio donde cenar.
Después de dar varias vueltas acabamos cenando en el famoso kaiten sushi donde
comimos Adela y yo el día anterior. En una de estas vueltas nos encontramos a
un señor relativamente mayor (unos 60 años) tirado en el suelo, completamente
borracho, al que ayudamos a levantarse. Primero Kaskos solo, pero era tal la
borrachera que tenía que se le caía a suelo, y tuve que ir yo a sujetarle porque
el hombre no se tenía en pie. Estuvo un rato abrazado a una farola y luego se
fue dando tumbos a coger un taxi…
El marica de Kaskos (perro
malo) dice que apenas chapurrea japonés, un par de frase, dice… Y luego en el
kaiten sushi se pone a hablar con dos tipos que estaban a mi lado, que iban
finos también… nos estuvimos riendo pero bien. Al final, los dos tipos, más
majetes que ni sé, nos invitaron a un par de platos cada uno por el buen rato
que les habíamos hecho pasar…
Claro, todo este ambiente redundó
en que llegamos a casa a las mil, cada día un poco más tarde, y cada día a
madrugar para aprovechar. Luego que nos quedamos dormidos en el metro…
este día tiene pinta de que la gozaste pero bien... y que grande kaskos!!!
ResponderEliminar