Nuestro último día en Dubai. Nos
planteamos volver a intentar la excursión al desierto, pero nos lo planteamos
poco. Habíamos quedado un poco desilusionados, y pensamos que podíamos rematar
el viaje viendo las cosas que nos habían quedado a medias. Tampoco habíamos
hecho compras para traer a casa, así que decidimos que ya habíamos visto
desierto en otros sitios y que no merecía la pena.
Lo primero que hice fue ir a ver
a mi amiga del coche, que allí seguía con su cara de seto la pobre. Entregué el
coche sin problemas, y de vuelta al hotel nos cogimos un microbús gratuito que nos
llevaba a la playa directamente. Como llegamos varios microbuses a la vez tuvimos
que hacer una pequeña cola para pagar la entrada, no demasiado cara, podríamos
que decir que simbólica. Éramos todos extranjeros, la mayor parte rusos o de
por allí. La playa estaba bastante bien, yo había querido ir para hacer
fotos del Burj al Arab, que creía que pillaba al lado, pero aunque se veía, no
estaba cerca. Además el día estaba con un poco de neblina, así que me quedé
en la sombra mientras mi madre se metía en el agua, solo hasta las rodillas.
Estuvimos un rato charlando con un matrimonio alemán, que había vivido veinte
años en Valencia, y fue un rato agradable.
Tras una hora de estar en la
playa nos acercamos a una de las asignaturas pendientes: el monorraíl Jumeirah,
así que nos cogimos un taxi directamente hasta allí. En esta ocasión el tren no
se adelantó. Los que nos tuvimos que adelantar fuimos nosotros, porque había un
batallón de chinos, y tuve que hacer el aguililla para coger la primer puerta y
tener las mejores vistas. Es un tren automático, sin conductor, de modo que las
personas que van delante del todo tienen una buena perspectiva. Solo tiene una
parada, y es al final del recorrido en el Atlantis, el hotel de cinco estrellas
donde cenamos de buffet la segunda noche. Si se va a ver solamente lo que es el
recorrido en el tren no merece la pena cogerse un billete de ida y vuelta. Con
sacarse el de ida y no salir de la estación es suficiente. Nosotros, como
teníamos el 2 x 1 del Entertainer nos salía mejor coger de ida y vuelta, así
que salimos a darnos un paseo. El monorraíl éste va por el “tronco” de la
palmera, y yo pensaba que se verían las “ramas”, pero a pesar de que va
bastante elevado prácticamente no hay perspectiva. Como digo, nos dimos un
paseo por los alrededores del hotel, vimos el parque acuático desde afuera (con
poquísima gente) y era curioso ver los trajes de baños de las musulmanas, con
pañuelo incorporado…
Nos volvimos en el siguiente
tren, y desde allí cogimos un taxi que nos llevara a la parada de metro, ante
lo que no nos puso muy buena cara. Y en metro nos dirigimos al Dubai Mall. El
día que habíamos estado allí no habíamos visto prácticamente nada. Lo primero
que hicimos fue ir a comer, esta vez en el Ribs & Rums, que nos metimos
unos solomillos espectaculares. Luego anduvimos por la zona de lujo, donde se nota
que las alfombras son mejores, y los baños ni te digo, con hasta sillones de
cuero para esperar, estuvimos buscando la cascada con los saltadores, el hall
de las mariposas… Volvimos a ver el acuario que nos había gustado tanto el
primer día, nos tomamos un helado… Todo eso mientras hacíamos tiempo para ver
el espectáculo de las fuentes otra vez. Pero debieron tener algún problema,
porque en la primera y en la tercera “actuación” la música no sonó. Aun así
estuvo bien para empezar a despedirse. Como a las siete cogimos el autobús que
nos llevara a la parada de metro, pero así como a la ida va directo, del metro
al mall, a la vuelta hace un recorrido eterno, y si contamos además con que era
hora punta, tardamos casi una hora en llegar al metro. Si hubiéramos ido
andando hubiésemos tardado menos de la mitad, bien es cierto que por zonas de
obras y no muy bien iluminadas.
Ya en el hotel nos dirigimos al
zoco textil, a ver si hacíamos alguna compra para la familia, y casi en la
primera tienda que vimos, que el chaval era espabilado, entramos y al final
compramos unas pashminas y unos cojines. Aunque era nuestra última noche no nos
quedó más remedio que cambiar un poco más de dinero, que con tanta compra nos
lo habíamos gastado todo y teníamos que cenar… Para cenar escogimos el sitio en
el que comimos el primer día, estaba muy cerca y nos había gustado bastante.
Así que terminamos prácticamente como empezamos.
Como resumen del viaje he de
decir que me gustó bastante, es un buen lugar para una escapada, ni larga ni
corta. Si hay suerte de coger una buena oferta en avión, allí uno no se gasta
tanto dinero como puede parecer. Eso sí, una vez conocido, no creo que repita.
Hay sitios a los que te gustaría volver y otros pues como que no. Y este es uno
de los que no.
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