Este día nos levantamos pronto.
Tenía que estar a las 9 a
recoger el coche de alquiler, ya que teníamos excursión a Abu Dhabi. Dejé a mi
madre en el hotel, para que terminara de desayunar tranquila, y me fui hacia la
agencia de alquiler, a unos veinte minutos andando. Llegué justo a la hora.
Pero me tocó la torpe. Bueno, la única chica que había, que era torpe. Yo había
pedido el coche con gps, normal para moverse por allí. Y llega y me dice que no
tenían gps, que si quiero uno tengo que ir a otra oficina de la agencia,
nosedonde, bastante lejos. Le digo que cómo voy, y me dice que conduciendo el
coche de alquiler. Le digo que si no tengo gps cómo voy a llegar. Se me queda
mirando con cara de tonta y me dice: es la primera vez aquí, y yo: sí.
Contesta: entiendo, entonces no sabe ir si gps… En fin, total, que llama para
que me lo traigan desde el otro sitio, y el pollo tarda media hora en llegar.
Bueno, pues bajamos en coche y empieza a mirarlo con una linterna, para ver si
tenía rayones… un show. Bueno, pues ala, hasta luego… Entro en el coche,
arranco, y veo que es automático. Yo había pedido uno manual. La mujer seguía
esperando a que me fuera. Total salgo del coche y digo: Este coche es
automático. Y ella: sí. Y yo: Había pedido uno manual. Y ella: es que no
tenemos disponible. Ahí ya monto en cólera, sobre todo por la pasividad de la
tipa esta, que estaba como que le daba lo mismo todo. Y digo: vosotros sabíais
que venía hoy, sabíais que iba a pedir un gps, sabíais que iba a pedir un coche
manual, y no tenéis nada preparado. Y la otra nada, el típico le entiendo señor,
como quien te dice la hora. Así que remato, bueno, pues a ver cómo lo devuelvo,
porque yo no he conducido un coche automático nunca y no sé cómo va (mentira,
pero estaba más que harto). Ahí ya tuvo un ligero estremecimiento. Debió
pensar: este me lo estrella contra el primer muro… Al sacar el coche, mientras
ella miraba fui un poco a trompicones, y se quedó mirando hasta el final.
Total, salí de mi hotel a las nueve menos veinte y llegué a por mi madre a más de las diez.
Salimos ya con un poco de prisa y cuando hemos salido de la ciudad (o sea, los
más de treinta kilómetros que tiene la calle esa larga y ancha que te lleva a
Abu Dhabi), se enciende la luz de reserva de la gasolina. Nos estábamos
adentrando en el desierto y dada mi experiencia de sudores por andar kilómetros
y kilómetros en la reserva, en esta ocasión decidí no jugármela. En la primera
salida de la autopista no había gasolinera. Ni en la segunda. Ni en la tercera…
Iban a dar al puerto de mercancías y aunque dentro del puerto había, si no
tenías acreditación no podías pasar… Al final decidimos no correr el riesgo y
volver a Dubai. Más de veinte kilómetros tuve que retroceder, y luego hacer
cola en la gasolinera, que no me extraña que hubiera cola ya que no vimos otra
por la zona.
Total, que llegamos a Abu Dhabi
cerca de la una de la tarde, dos horas más tarde del horario previsto. Yo
quería haber llegado a las 11, que había visita guiada a la mezquita, pero no pudo
ser. La llegada a la mezquita también fue otro show. La ves desde la carretera,
pero luego no aciertas con la salida, no hay ni una indicación. Pero bueno,
tardamos un rato pero llegamos. La verdad es que una vez allí es impresionante.
Construida enteramente en mármol blanco, para mayor gloria del emirato, como
digo, es impresionante… pero no bonita.
Por lo menos a mí no me lo pareció. Es demasiado nueva, demasiado artificial.
Es grandiosa y espectacular, y me alegro mucho de haber ido, pero me resultó
fría. Llama la atención todo, el patio (el mayor del mundo, cómo no), la
alfombra (la mayor del mundo, cómo no), las lámparas de Swarowski… Pero no es
un edificio más que para mostrar el lujo y el poder del dinero del emirato. Eso
sí que lo hace también. Y muy bien.
Una vez terminada la visita nos
marchamos a ver el mercado de pescado. Las distancias aquí también son
considerables, todo lleno de avenidas con cuatro y cinco carriles. En cuanto a
la conducción, no noté que fuese especialmente arriesgada. Yo no vi (ni sufrí)
pirulas ni maniobras raras. Bueno, total, que fuimos al mercado de pescado, que
estaba un poco a desmano, yo con la idea romántica de un mercado antiguo y
tradicional. Nada más lejos de la realidad. Aquello era, como su nombre indica,
un mercado de pescado, como el que puede haber en cualquier ciudad, un edificio
cerrado en el que iba la gente a comprar, nada de descargas de peces de barcos ni nada.
Y con más suciedad que ni sé… Así que con las mismas, de vuelta al centro. En
esto y entre que habíamos llegado bastante tarde, se nos había hecho la hora de
comer. Bueno, se nos había hecho la hora de comer hacía un rato, así que
estuvimos buscando un sitio. Mi madre me decía: baja la ventanilla y pregunta a
alguien que dónde se puede comer… Y yo decía, pero cómo voy a hacer eso?
Finalmente no tardamos tanto en encontrar, cómo no, un centro comercial. Así
que al Burger. En este centro comercial, a pesar de haber como ya he dicho
antes, las mismas tiendas en todos los sitios, no sé si es que estaba inspirado,
pero acabé comprándome unos pantalones de esquiar. Que ya es curioso comprarse
unos pantalones para la nieve en el desierto…
El paseo por la famosa Corniche,
la avenida marítima, nos lo hicimos en coche, ya que es tan grande que no
merece la pena aparcar lejos para luego acercarse a andar por allí.
Después de comer nos fuimos al
Heritage Village, un sitio que recrea la vida del país hace unos cuantos años.
Pero no lo vimos abierto por media hora, con todos los entretenimientos que
habíamos ido teniendo. Por lo que pudimos deducir eran tenderetes con
artesanías. No estaba mal el sitio, y las vistas, al otro lado de la bahía,
estaban curiosas, con todos los rascacielos enfrente.
Desde aquí la siguiente visita
era a un hotel de cinco estrellas bastante famoso, el Emirates Palace. A pesar
de que había leído que se podía visitar libremente, sin cita previa y sin nada,
no las tenía yo todas conmigo. Se veía aquello muy vallado y vigilado. Para
empezar, nos equivocamos de entrada y nos metimos por unas obras. Pero luego
encontramos la entrada de verdad y no tuvimos ningún problema. Aparcamos el
coche en el garaje interior. Lo tienen preparado para visitas: hay pisos del
parking que son para residentes y otros que son para visitantes. El hotel
merece totalmente la visita. A mí me gustó más que el Burj al Arab. Doy fe que
los cuartos de baño son impresionantes.
Después de deambular a nuestro aire por
allí el rato que quisimos, salimos a hacer fotos desde la terraza de entrada,
que merecen la pena. Aprovechamos para ver llegar a algunos huéspedes con los
cochazos que llevan.
Y ya no nos quedaba más que la
vuelta a Dubai. Decir que la visita a Abu Dhabi me gustó bastante. Es muy
cómoda y es una buena manera de pasar un día por allí. A la vuelta a Dubai nos
paramos a ver la zona de Marina Dubai, una zona nueva (bueno, allí casi todo es
nuevo), que según tengo entendido han construido en cuatro o cinco años, y
aunque siguen levantando algunos edificios es impresionante ver lo que han
construido en tan poco tiempo. El paseo de la Marina es aprovechado para pasear
en coche por los jóvenes (y no tan jóvenes) dubaitíes, para lucir sus cochazos,
para que les vean y para ver el ambiente. Es una zona que nos gustó bastante, y
es agradable para un paseo nocturno, lleno de locales con terrazas. Si bien los
precios son más altos que en cualquiera de las otras zonas que visitamos.
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