13 junio 2011

De vuelta a Tashkent

Después de cuatro horas de carretera llegamos de nuevo a Tashkent. Solamente hacía una semana que la habíamos dejado, habiendo estado unas horas, pero nos sonaba conocida. Tras un breve descanso en el hotel salimos a hacer la visita a la ciudad. Comenzamos por el mercado de Chorsu (Cuatro Direcciones), pero aprovechando que la facultad de filología española está justo al lado, nuestro guía quiso que conociésemos a algunos compañeros y profesores. Cuando le dijimos a una profesora que no estudiaba nada, pensó que quizá era mejor que nos fuésemos. A la visita al mercado nos acompañó una compañera suya llamada Adela, que entre la vergüenza y que no tenía ni idea estaba la pobre más cortada que ni sé.
El mercado de Chorsu es impresionante, y eso que solo vimos una mínima parte. Me gustó especialmente la zona de los frutos secos.



Allí aprovechamos para comprar pan para la cena, y también un cd de música uzbeka, que es lo que más está pegando en el mundo en estos momentos…
De aquí fuimos a comer a un restaurante que hay cruzando la carretera, que estuvo bastante bien. Lo único que las brochetas, en lugar de tener tres trozos de carne y uno de grasa, como tenían todas las brochetas que habíamos comido hasta entonces, tenían dos trozos de carne y otros dos de grasa, que ni probamos. El resto de la comida estaba muy bueno.
Luego fuimos a la zona de las madrazas, que creo que se llama del imam santo. Hay bastantes juntas, tres o cuatro, pero después de haber visto las de Khiva, Bukhara y Samarkanda, pues como que no nos dijeron mucho. El guía nos comentó que Tashkent se suele ver el primer día precisamente por eso, porque si no, luego decepciona.



Además hacía bastante calor, que a nosotros nos llegó de repente, y estábamos como aplatanados y con ganas de ir al hotel a descansar.
Lo único que a mi me gustó fue el Corán de Ushman, un original del siglo VIII, escrito en piel de ciervo, y como todo en el país, lo trajo el omnipresente Tamerlán de una de sus batallas.
De aquí ya al hotel, donde se presentó la chica de la agencia a devolvernos el dinero del cambio de los hoteles.
Y prontito a dormir, que al día siguiente teníamos madrugón.

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